En los programas anteriores estuvimos hablando de la muerte. El problema o
misterio de la muerte, nos lleva inmediatamente hacia el problema o misterio de
la vida.
El problema de la vida consiste en definir qué es la vida. Esta definición
implica la definición de hombre.
Ya hablamos de la vida vegetativa, sensitiva y racional:
Vida vegetativa: abarca
las funciones de nutrición, crecimiento y reproducción.
Vida sensitiva: adhiere
el sistema perceptivo. Se percibe lo presente, lo distante, lo pasado y lo
futuro.
Vida intelectiva: con
voluntad y pensamiento.
Hay cinco características que pueden indicar la vida:
Automovimiento: aquello que tiene dentro de sí el principio de
movimiento.
Unidad: la unidad de lo inerte es tan pobre, que su
ruptura no implica un dejar de ser.
Inmanencia: la posibilidad de una interioridad.
Autorrealización: tendencia hacia una plenitud de desarrollo y hacia
la muerte.
Ritmo cíclico y armónico: se va desplegando a base de movimientos
repetidos.
Por otro lado, el misterio de la vida consiste en que es muy difícil
explicar la vida. Dos medias células que independientemente no sobreviven mucho
tiempo, dan lugar a un ser con pretensiones de eternidad. O, al menos, de
inmortalidad.
No podemos explicar muy fácilmente la vida. El doctor Frankestein daba vida
a su creación mediante electricidad. Hay algunos cuentos de Alan Poe en los que
se devuelve la vida a algunas personas mediante la descarga eléctrica en algún
músculo.
Tenemos un deseo de eternidad que no podemos comprender, porque todo lo
captamos temporalmente. Pensamos en la eternidad como un presente que no
termina. O buscamos la inmortalidad en una reencarnación constante. Pero en el
fondo, sabemos que no es esto lo que queremos. Hay algo que no nos cierra. El
no morir nunca es algo que tampoco nos convence del todo. Para vivir una vida
dolorosa, es preferible no vivir.
La piedra filosofal. Es una solución a este deseo. Pero tiene un plus. Es
fuente de vida pero, además, puede convertir en oro todo lo que toque. Los
alquimistas se quemaron las pestañas buscando el secreto de la piedra
filosofal, fuente de eterna juventud, pero también de felicidad, porque no
basta con vivir, sino vivir bien.
Otro personaje es el Judío Errante. Una persona condenada a vivir,
condenada a no morir. La leyenda hebrea dice que el judío errante era un
zapatero que se rió de Jesús cuando pasó cargando la cruz. Jesús le dijo:
“Caminarás”. Desde ese momento, el judío quedó condenado a caminar eternamente,
sin poder morir.
Calderón de la Barca escribe en el siglo XVII La vida es sueño. En ella se narra una historia que tiene
reminiscencias a una de los relatos de las mil y una noches. En esta historia,
dos hermanos gemelos, hijos del rey, deben ser criados por separado. Al parecer,
uno de los hermanos era bueno y el otro malo. Se debía procurar que el heredero
del trono fuera el hermano bueno. Llegados ambos a la madurez, se descubre que
se equivocaron de hermano. Durante una noche el padre cambia a los hermanos,
sin que ninguno de los sirvientes se entere.
Al día siguiente, cada hermano reclamaba su situación anterior. Pero los
sirvientes aclaraban que era sólo un sueño. Que siempre había sido príncipe el
que reclamaba la cárcel; y que siempre había sido prisionero quien reclamaba el
trono.
Otra obra de Calderón de la Barca es el Gran Teatro de la Vida, en la que
cada personaje recibe de Dios un papel, que debe representar en la obra. La
vida es como una gran obra de teatro en la que Dios es el director y cada uno
de nosotros los personajes que realiza el papel.
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